lunes, 3 de noviembre de 2014

martes, 28 de octubre de 2014

El último cuaderno de Bernardo Vorace

R E S E Ñ A
El último cuaderno de Bernardo Vorace de Alberto Castañeda García. La Página Ediciones, S3ma Cruz de Tenerife. 2001
EL ULTIMO CUADERNO - DE ALBERTO CASTANEDA DANIEL DUQUE nadie se le escapa que las circunstancias que rodearon la publicación de El último cuaderno de Bernardo Vorace fueron trágicas y lo lógico hubiese sido que éste fuera un texto de bienvenida a un joven poeta. Y no es así. Alberto Castañeda a quien no conocí personalmente, murió a una edad que no le correspondía. Dejó un punado de poemas que seleccionados por su padre constituyen este último cuaderno. En ellos está almacenada su experiencia. Una ventana que quiso abrirnos para que compartiésemos con él su dignísimo y muy doloroso modo de ver la vida. Ante ella el lector puede irse abrumado por el componente sentimental y olvidarse que está leyendo un libro de poemas, formas elaboradas por un creador para ser comprendido por otros. Para comunicarse. Estas palabras no pretenden otra cosa que ayudar al lector a no cometer esa injusticia. La descripción del libro es muy sencilla: veinticinco poemas cortos, sin métrica todos titulados. La obra se abre con un prefacio de su padre. Juan Pedro Castañeda Febles y se cierra con un postfacio de su madre. María Magdalena García Mesa. La portada luce un bello y terrible fotograma de la película Rall, de Akira Kurosawa: rodeados por una grandiosa naturaleza, verde y negra, una línea de hombres pequeñímas - en la parte inferior- se prepara para la batalla. Desconozco si fue intencionado o no, pero quiero señalar la relación indudable de la iconografía con el texto del interior, porque si algo tengo claro en este momento es que la vida de Alberto Castañeda García fue una batalla, posiblemente contra él mismo, pero guerra abierta y sin cuartel. al fin y al cabo en medio de una naturaleza que. en el mejor de los casos, lo miró indiferente. En el prefacio del libro. Juan Pedro Castañeda cita las lecturas que al menos en los últimos años, realizó Alberto Castañeda. Sigamos ese rastro como una manera de adentrarnos en su mundo, sin considerar para nada que esas lecturas lo inAuyeron. Muy al contrario, creo que justamente buscó esas lecturas porque sabía que en ellas iba a encontrar situaciones parecidas a las que él pasó en la vida o a descubrir a escritores que se plantearon la vida con parecida cosmovisión a la suya. La lectura de Edgar Ajan Poe lo vincula con el Romanticismo y con algu­no, no con todos, de sus principios básicos. En especial con aquella obsesión romántica que intentaba que el lenguaje literario fuera un reflejo directo de la personalidad del autor, con lo que se alejaban - o simplemente no colocaban en el primer plano de sus deseos- del sentido de perfección de la obra. El poema "Por eso y por más" es un cabal ejemplo de lo que decimos:

Vivo en una pensión.
No tengo casa.
No tengo trabajo.
No tengo amigos.
No tengo familia.
No tengo nada que perder.
Por eso soy feliz

         No tener, no participar en ninguna de las instituciones ni pertenecer a nin­gún núcleo por básicos que estos sean en la sociedad, autoexcluirse y, justamente por ello, proclamar la felicidad que supone llegar a ese estado. La marginación, tan romántica, convertida no sólo en modus vivendi sino que, vuelta en poema, también en modus operandi. Considero que el último verso constituye una automarginación en la misma línea irónica de la que construyó Espronceda cuando, al final del poema en el que lloraba la muerte de su amada Teresa, exclama:
¡Que haya un cadáver más qué importa al mundo!

         Ni Espronceda se consideraba en ese momento parte del mundo ni Alberto Castañeda consideraba que su existencia pudiese rozarse, aunque sólo fuera un momento, con eso que llamamos, comúnmente, felicidad. Sin embargo, ya dijimos que en El último cuaderno de Bernardo Vorace no son aceptados todos los criterios románticos. Eso lo vernos de manera muy clara en los poemas amorosos que encontrarnos en el libro. Veamos como ejemplo el poema "El filo de la cuchilla":

Si te arrastras por el filo de una cuchilla y no
mueres ... me haces sufrir;
ya que me trans­—
mites dolor. Pero si mueres sigo sufriendo
porque me quedo solo.

         No hay ningún intento de conmover ni de excitar violentamente los senti­dos, que era lo que caracterizaba al movimiento romántico. No hay en Alberto Castañeda ninguna exhibición. Hay dolorido vivir, hay pesimismo, hay angus­tia y derrota. Y hay también una dignidad expresiva y una desnudez de artificios tan eficaz que subyuga por la limpieza y la transparencia con que nos comunica sus sentimientos. Esa misma ausencia de toda retórica la podernos observar en otros tres poe­mas: "Amor gitano", "Amor pastoril", "Nuestro amor".
         Pero si bien el carácter romántico del libro parece indudable, no es único, ni mucho menos excluye otros modos de entender el mundo y otras maneras de expresar ese entendimiento. Es más, creo que su radicalismo romántico, engen­drado en el negarse todo pan y toda sal, lo conduce al existencialismo sartriano en términos, también, absolutos. Existencialismo: aquella corriente impregnada, como dice Segundo Serrano Poncela, de ontologismo. Recordemos que para Sartre la literatura es un "modo de escribir y desvelar existencias concretas, así como juzgarlas desde su precisa condición histórica, en compromiso con la situación y la sociedad. El hombre sartriano es un ser desnudo, perdido en la opacidad de su existencia, a la que está condenado por el simple hecho de existir en el mundo". Ninguna ayuda se le ofrece; nada puede esperar de nadie; está destinado a sí mismo, a reflejarse en el espejo de su conciencia y extraer de esta conciencia crítica una lucidez y dignidad que justifique este desamparo y encuentre lo que, con machacona insistencia, designaron un proyecto de vida.
         Hay varios poemas en donde ese mundo existencial está presente con humo­rística ironía, como el titulado "Casualidad".
         Otra lectura que, según su padre, hizo Alberto Castañeda fue la de los auto­res de la generación beato Beat significa golpeado y, a la vez, un cierro clima rítmico del jazz. Los beats fueron gente que trató de escapar de la sociedad excesivamente regimentada. o masificada o tecnificada, o demasiado servil con el materialismo que imponen el automatismo y el ritmo de la vida moderna. O simplemente de sí mismos. Por la brevedad por el carácter aforístico, taxativo y problemático de sus poemas, supongo que Alberto Castañeda leería a Gregory Corso, quien escribió:
Poesía es la búsqueda de la respuesta.
Alegría es saber que hay una respuesta.
Muerte es conocer la respuesta.

Alberto Castañeda escribió:

La vida no es como mariposas volando de flor
en flor sino como fosas esperando a que caigas.

         La caída, esa palabra tan beat, y tan presente expresa o tácitamente, en la poesía de Alberto.
       "Internet" y "En los arrabales" son poemas que pueden encuadrarse en esta misma línea temática y en esa misma actitud vital.
         Queda una obvia relación literaria, la conexión de este Bernardo Vorace con el Vorace de Félix Francisco Casanova. Pero de eso no voy a hablar. Los dos fueron jóvenes poetas muertos a edades que no les correspondían. Si Alberto intuyó su final y firmó Vorace uno de sus poemas es un sello que yo no voy a quebrantar. Entre otras cosas porque no quiero hablar ni de la muerte ni de su muerte, sino del legado que nos dejó a los que seguimos viviendo, este manojo de poemas sinceros y turbadores. Uno he seleccionado para terminar, se llama "Cuando sea mayor" y en él encontramos la expresión de un deseo no cum­plido, el de vivir; también hay un gran rayo de ternura. Los dos quebrantan el ánimo:

No sé ya tengo veintiún años
y cuando sea mayor quiero tocar la batería
tener novia y comer.
TAMBIEN QUIERO SER EL QUE CUIDE A LOS NIÑOS
que juegan en el campo de centeno
que hay junto al precipicio.


         Su madre dice en el postfacio que Alberto fue un niño que no quería cre­cer. Así sería. Yo no lo conocí directamente, sino por largas conversaciones con su padre selladas para siempre. Me he acercado, sin embargo al poeta Alberto Castañeda Carda y algo he visto. Lo suficiente como recomendar la lectura del libro; lo suficiente para lamentar profundamente no que éste fuera su último cuaderno sino que ésta sea su obra completa.

Jesús Garriga - Hijo del Sol

HÉCTOR VARGAS RUIZ , POETA LAGUNERO


Héctor Vargas Ruiz, aroma a memoria

13.06.2014 | 23:46

Existe un aroma soñado, pertinazmente regado por la memoria, tan frecuente y fecundamente que ya ésta ha convertido tan deseado aroma en indeclinable presente. Siendo aroma imaginario, cada cual lo olfatea –siempre desde el cariño y el afecto– a su libre albedrío. Es también aroma a palabras, a eco poético, a pentagrama del espíritu que siempre espera la voluntad que nace del impulso de la imaginación. Era, más que probablemente, el aroma que siempre se puede cultivar, y él, con sensitiva fidelidad lo deja bien demostrado. Héctor Vargas Ruiz (1972-2014), al intentar (todo en la vida es un intento) domar el pulso de sus emociones, supo considerar el entregarse a la poesía, despojado del narcisismo que tantas veces acompaña descarada o solapadamente a numerosos creadores hambrientos o necesitados de efímeras y pírricas victorias, Héctor se nos hace presente cuando recordamos a las personas expansivas, afables, que quieren y saben rendirle culto a la amistad, y siendo siempre proclives a sostener largas conversaciones nocturnas. También a los creadores que no se consideran a sí mismos como tales, ya que se imponen la tan admirable como escasamente pródiga sencillez. Si la noble concepción de la gestualidad tuviera exquisitos referentes, uno de ellos sería Héctor, dada la espontaneidad y el ocurrente desenfado tan característicos de su abundante gratificante conducta lúdica. Si el ánimo permanece fielmente vinculado a la literatura, para él iba al encuentro de sus queridos compañeros y amigos.
En el 2000, Héctor obtuvo merecidamente el Premio de Poesía Ciudad de La Laguna, su galardonada obra, titulada como Crepitaciones y a la cual le continuó Entropía de bolsillo, con acertado prólogo de una de nuestras revelaciones literarias, Sergio Barreto Hernández, poeta, narrador y crítico literario, que destacaba: "... para Héctor Vargas Ruiz, la Literatura, concretamente la poesía, es testimonio de permanencia, acto a medio camino entre el abrazo físico y el grito trascendental". La emotividad de sus intervenciones recordaba a Agustín Millares Sall, poseía parecido énfasis al del magnífico poeta grancanario. Era, pues, un creador que prestaba suma atención a Pedro Flores, Javier Mérida Rodríguez y Oliverio Girondo, y en él latía el acento autoelegíaco que cobró considerable altura en la poesía de Walt Whitman, y uno de sus poemas, Mi cuerpo y yo, a estimar: "Es como si el cuerpo en el que estoy no tuviera que ver conmigo. / Me esquiva, me evita, / y cuando al fin nos topamos cara a cara / es para discutir amargamente". Queda el aroma, a palabras, a eco poético, a pentagrama del espíritu: Héctor Vargas Ruiz, tornado al versolibrismo y en algunas ocasiones con decidida convicción surreal.
(A sus padres y hermanos)

martes, 14 de octubre de 2014

José Viera y Clavijo, estado de la cuestión / Alfonso Domingo Quintero

José Viera y Clavijo, estado de la cuestión / Alfonso Domingo Quintero
En el caso de José Viera y Clavijo, parecen confirmarse las palabras de Ángel Valbuena Prat cuando en su Historia de la poesía canaria (1937) afirmaba que una de las características de la Literatura Canaria era su aislamiento. En este sentido, es muy significativa esta cita de Francisco Rico: «Hay una serie de autores de los que sabemos muy poco o nada: […] Viera y Clavijo…» recogida en el «Preliminar» de su Historia y crítica de la literatura española (Tomo IV, 1983).  Esta cita viene a constatar lo que ya sabíamos, que en la España peninsular se desconocía la obra más significativa de José Viera y Clavijo, de hecho Juan Luis Alborg no nombra a nuestro escritor en su Historia de la literatura española (1966-1999), y Felipe B. Pedraza Jiménez  le dedica apenas unas breves palabras en su monumental Manual de literatura española (Tomo V, Siglo XVIII, Cénlit Ediciones, 1981). Este desconocimiento por parte de la España peninsular de la obra de Viera y Clavijo no se entiende, pues ya en 1935 el Instituto de Estudios Canarios había publicado la conferencia Sobre el signo de Viera de Agustín Espinosa. Pero lo cierto es que actualmente la cuestión sigue más o menos igual, situación del todo incomprensible si tenemos en cuenta los medios con los que cuenta actualmente cualquier investigador. Si hojeamos los nuevos manuales de literatura española sigue obviándose la figura de José Viera y Clavijo, o por lo menos no se le presta la atención que debiera. Si acudimos a María–Dolores Albiac Blanco y su Historia de la literatura española. 4. Razón y sentimiento 1692-1800 (Editorial Crítica, 2011), que es el último gran esfuerzo de una editorial por dar cuenta de la literatura española, comprobaremos con desazón que de las obras de Viera y Clavijo sólo se mencionan la Vida del noticioso Jorge Sargo y el Viaje a la Mancha como ya lo hiciera, por ejemplo, la Historia de la literatura española de la editorial Espasa-Calpe en 1998, lo que supone que en nada hemos avanzado en la divulgación de las dos obras más importantes de José Viera y Clavijo: su Noticias de la Historia General de las Islas Canarias (Madrid, 1772-1783), y su Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias (La Palma, 1866), sin querer ahora nombrar el resto de su producción. Por lo menos sí vienen mencionadas ambas obras en la entrada dedicada a José Viera y Clavijo en el Diccionario de Espasa de la Literatura Española (2003) de Jesús Bregante; recordemos que Rosa Navarro Durán en su Enciclopedia de escritores en lengua castellana (Planeta, 2000) ni siquiera dedica una entrada a nuestro autor.
Como venimos diciendo, el desconocimiento por parte de la España peninsular de la obra de José Viera y Clavijo no se entiende desde estas islas, máxime cuando hay dos tesis que versan sobre este autor: La obra literaria de José de Viera y Clavijo de Victoria Galván González, dirigida por Andrés Sánchez Robayna, 1996 y La formación francesa de Viera y Clavijo : el viaje a Francia y Flandes de Rafael Padrón Fernández, dirigida por Dolores Corbella Díaz, 2007; sin olvidarnos del esfuerzo editorial que ha supuesto publicar sus obras por parte de editoriales como Idea o de instituciones como el Instituto de Estudios Canarios, el Cabildo Insular de Gran Canaria y el Cabildo Insular de Tenerife. En este mismo sentido, además, ha nacido el proyecto de publicar sus obras completas bajo la dirección de Rafael Padrón Hernández.
En suma, la obra de José Viera y Clavijo no puede desprenderse de una de las características de nuestra literatura insular: su aislamiento, aun en plena era tecnológica y global. El desconocimiento de la España peninsular de José Viera y Clavijo sigue siendo actual como podemos constatar en los manuales de literatura española al uso.  Pero los que desde estas islas escribimos podemos decir que José Viera y Clavijo ha venido a ser ese poeta que reclamaba Juan Manuel Trujillo en su artículo Siete islas en busca de autor para estas islas, pues qué es su Noticias de la Historia General de las Islas Canarias y su Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias sino el gran poema y la gran novela de las Islas Canarias.


En «El perseguidor», Diario de Avisos de Tenerife, domingo 05 de mayo de 2013

Artículo recogido en el libro Insulario menor, Baile del Sol, 2014

Don Quijote en Fuerteventura


Don Quijote en Fuerteventura / Alfonso Domingo Quintero
La imaginación es una de las facultades que el escritor pone en funcionamiento a la hora de crear. En este sentido, Miguel de Unamuno quiso que don Quijote pasara en Fuerteventura una de sus aventuras. Una aventura a la que podemos denominar de penitencia, pues la ficción que nos propone el poeta filósofo es que don Quijote buscó la soledad que propicia la meditación en Fuerteventura, como la buscó también en Sierra Morena imitando al caballero Amadís de Gaula. Pero, ¿qué encontraría don Quijote en Fuerteventura? Posiblemente lo mismo que encontró Miguel de Unamuno: una isla que nos interpela y que nos obliga a ponernos delante de nosotros mismos, sin engaños. Una sinceridad que emana del convento franciscano de Betancuria, y que se afirma en el paisaje esencial de la isla. Don Quijote en Fuerteventura fue el título que Unamuno eligió para el libro que debió dar cuenta de esta aventura fuerteventurosa, pero no lo escribió. Quedó en simple proyecto. Quizá escribiera algunas notas en su pequeño despacho en el Hotel Fuerteventura donde se hospedó durante su estancia en Puerto Cabras; o quizá esbozara el plan general de la obra en las tertulias con Ramón Castañeyra, en cuya biblioteca familiar se dedicó por cierto a la lectura de Benito Pérez Galdós. No lo sabemos. Pero sí sabemos que estuvo entre sus propósitos vincular para siempre a don Quijote con Fuerteventura. ¿Lo consiguió? Es difícil de evaluar el éxito que ha tenido esta propuesta en las letras canarias, y puede que sea la razón para otro artículo. Lo que sí sabemos es que Fuerteventura influyó profundamente en Miguel de Unamuno. Sus libros De Fuerteventura a París, Por tierras de Portugal y España y Cómo se hace una novela dejan a las claras lo importante que para el escritor vasco fue su experiencia como exiliado en Fuerteventura. Se podría escribir largamente sobre esta experiencia, reflexionado en uno u otro detalle, pero quisiera sólo remitirme a la siguiente afirmación de Unamuno en su libro Alrededor del estilo: «Allí [Fuerteventura] empecé a comprender y sentir la música, a la que he sido siempre retuso. E inserté esas apuntaciones sobre el estilo de la voz, sobre la personalidad de la voz, sobre la esencia espiritual de la voz, oyendo el mar, que es voz, y voz más que humana.» Canarias obró nuevamente el milagro, consiguió que el poeta filósofo dulcificara su estilo. Canarias dejó en Miguel de Unamuno lo mismo que heredamos los escritores de esta tierra: un tono lírico para una melancolía contenida, y este tono se refleja tanto en nuestra producción poética como en la narrativa. ¿Se olvidó Fuerteventura de su ilustre visitante? No, el Hotel Fuerteventura después de albergar el Archivo Histórico Insular se ha recuperado para dar cabida al Museo Unamuno; también en una de las laderas de Montaña Quemada situaron un monumento en su honor. ¿Esto es todo? No, los críticos literarios de estas islas han dedicado varios estudios a la estancia de Unamuno en Fuerteventura. Me viene ahora a la memoria la obra de Sebastián de la Nuez Unamuno en Fuerteventura, por ejemplo; pero queda aún una cuestión no menos importante, la letra pequeña de este hito dentro de la historia de las letras insulares. ¿Puede acaso un profesor de Lengua Castellana y Literatura de enseñanzas medias en Canarias, con más razón en Fuerteventura, dirigirse a sus alumnos sin hacer referencia durante el curso a la estancia de Miguel de Unamuno en Tenerife, Gran Canaria y Fuerteventura? Creo que no. Por ello, pienso que la estancia del escritor bilbaíno  ha dejado una gran impronta en las islas Canarias. No sólo en escritores ya clásicos de nuestra tradición como Domingo Rivero o Alonso Quesada y en los que vinieron después, sino también en la intrahistoria de las Islas Canarias. Miguel de Unamuno dejó su huella en el paisaje y en la manera de entenderlo, y además, y lo que es más importante, está presente en el imaginario del canario gracias, entre otras cosas, a las clases de Lengua Castellana y Literatura en secundaria, y también a esa maltratada asignatura optativa no obligatoria que se llama Literatura Canaria. 

En «El perseguidor», Diario de Avisos de Tenerife, domingo 14 de julio de 2013

Articulo recogido en el libro Insulario menor, Baile del Sol, 2014.

Caldera de Taburiente "catedral del sol"

Benito Pérez Galdós

Interesante artículo sobre los posicionamientos ideológicos de Benito Pérez Galdós en este enlace y en este enlace.

MESTISAY "LA MALETA" con Pedro Lezcano 1985

La Gomera Joan Manuel Serrat & Mestisay (Poema de Pedro García Cabrera)

Japa la japa, folklore de la Isla de El Hierro

Endecha de Torriani musicada por TALLER CANARIO

Presencia romana en Canarias


Presencia romana en Canarias hecho contrastado. Más información en este enlace y en este enlace.
También interesante este enlace.

Presencia Fenicia en Canarias


La presencia del pueblo fenicio en Canarias es ya mencionada por José Viera y Clavijo. Ahora tenemos constatación científica gracias a los restos arqueológicos. Más información en este enlace, en este enlace. También interesante este enlace.

Presentación del Poema de Viana en la colección María Rosa Alonso


Noticia de la presentación del Poema de Viana en la colección María Rosa Alonso en ABC.es en este elace.

Bienvenidos a Literatura en Canarias

Bienvenidos a Literatura en Canarias. Este blog tiene como cometido dar a conocer el hacer cultural en Canarias. No tiene motivaciones políticas de ninguna índole.